jueves, 22 de diciembre de 2011

Los soplagaitas del alma

Hoy quisiera poner en la picota -¡qué sana costumbre hemos perdido!- a unos cuantos farsantes que tratan de convencernos de que la vida es como no es. Hoy es mi deseo colgar de los pulgares a los "Médicos del Alma" en general.
Para dar comienzo a esta diatriba contra tales soplagaitas -a sus seguidores los dejo tranquilos porque sólo son memos-, he de decir que accedí a poner en tela de juicio afirmaciones peregrinas de uno de los más afamados, Eric Rolf, de estos ejemplares. Le respondí a frases que pretendían ser profundas y sabias, señalándole donde hacían aguas y, en muchos casos, quién las había dicho ya con mucha anterioridad y con otro sentido diametralmente opuesto. Su primer impulso fue tratar de convencerme de su altruismo -¡cuántos pobres desgraciados le pedían consejo, a lo que él respondía con un "compra mis libros que te vas a enterar mejor"!- y de que, en el fondo, tergiversando y retorciendo las palabras, yo estaba equivocado al dudar de él. Pero cuando respondí a eso con mayor contundencia y ello supuso una "puesta en evidencia" del individuo en cuestión, no hubo más controversia... sencillamente borró la conversación, no fuera que flaquease la fe de sus irreductibles seguidores. Esto sucedió en facebook. Allí suele entrar el interfecto a impartir su sabiduría -que os compréis sus libros, ¡vamos!-.
Bien, estos señores tomados en conjunto, unidos a su pandilla de adictos -ni siquiera adeptos-, basan su doctrina en determinismos desfasados y sin más base que sus gratuítas suposiciones... ¿o eran sus ansias de medrar?... no estoy seguro, pero por ahí anda la cosa, además de sus visiones beatíficas de la existencia. Hablan de la conciencia universal como si estuviésemos a punto de empezar a pensar todos lo mismo de un momento a otro. Como si la semana que viene, o la siguiente a más tardar, sin saber cómo, nos fuésemos a sentir hermanos, carnes de mis carnes, sangres de mis sangres, chichis de mi cimbel -esta parte la podría admitir-.
Inciso:
¡Y pensar que la controversia ha generado todos los avances del pensamiento a lo largo de los siglos! ¡Pensar que existen los que, a semejanza de manadas de vacas en la fila del matadero, creen que la uniformidad del pensamiento es deseable!
Fin del inciso.
Las cosas, según ellos, suceden porque tienen que suceder, existe para todo un fin y una explicación que desconocemos, y nuestra existencia debe ir enfocada a comprender "eso" sin derecho a cuestionarlo. La queja, la protesta, el clamor, no son más que actitudes profundamente negativas que rompen la armonía del alma y nos castigan con plagas de enfermedades que asolan nuestros cuerpos serranos. Por ejemplo, si te da un tirón en el costado no es asunto muscular, ¡ni mucho menos!... No tiene nada que ver con el hecho de que te pases el día en tu sillón en lugar de salir a hacer footing. No. Se trata de un conflicto menopáusico-psicópata que se libra en el campo de batalla de tu cerebro, donde el ego ha retado al superego a combate singular.
Pues no. No y no. Me niego al borreguismo. Como decía una inteligente escritora estadounidense, con estas posturas se crean divisiones entre buenos y malos, nacen sentimientos de culpa y abandono entre quienes no saben, o no pueden, o no les sale de los cojones adoptar estas actitudes de aceptación sumisa. ¿Por qué un señor que padece un cáncer terminal tiene que sonreir? ¿Por qué tiene que aceptar que su cáncer, doloroso, insoportable, debe ser asumido con cara de "iluminado por la gracia" al ser, ni más ni menos, algo que "tiene un sentido y un fin que él, por supuesto, desconoce"? Señores, este hombre tiene todo el derecho del mundo a cagarse en la leche. Y yo estoy con él. Y que los beatos de las ánimas no se nos acerquen con monsergas que pueden acabar pereciendo con la nuez arrancada de un mordisco. Faltaría más... encima del cáncer, el sentimiento de ser rechazado por no estar a la altura de los santos. ¡Señor, señor!... "Tengo 25 años, un cáncer, y me muero dentro de una semana sin haberme follado a la Mila Jovovic, pero qué alegría me inunda, porque alguna razón, que desconozco, habrá"... ¡Una mierda para tanto gilipollas y sus gaitas!... Menos mal que, como todas las modas que arrastran a tanto imbécil, dentro de 10 o 15 años se habrá sumido en el olvido. Amén.

domingo, 18 de diciembre de 2011

El único amor verdadero

Por mucho que busquemos por los rincones más oscuros de esta existencia. Por mucha fantasía que le pongamos a nuestra mente carcomida por las mentiras. Por mucho que exaltemos nuestros deseos de inmortalidad, sólo existe, y existirá, una única persona que nos quiere y querrá siempre con verdadero amor. Aquella que nos espera al final del camino, incansable, sin dejarse arrastrar por la impaciencia, dejándonos vivir la vida a nuestra manera hasta que lleguemos a ella. Y, por más que tardemos, siempre estará allí, inamovible, recibiéndonos con alegría... regalándonos con el más tierno de los encuentros, el único y verdadero amor de nuestra vida.

Tarde

La vida sólo te muestra toda la verdad cuando ya nada tiene remedio.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La respuesta

Existen personas que creen que no contestando a una carta, un correo, un mensaje o cualquier otro medio de comunicación personal, se sitúan por encima del otro. Creen practicar aquello de que "la indiferencia es el peor de los desprecios". Y nada más lejos de la realidad. El que no responde, efectivamente desprecia, y despreciar a otro implica una carencia absoluta de humanidad y educación. Y especialmente, un desprecio aún mayor hacia si mismo. Pobrecitos aquellos que no contestan. Realmente, pretenden disfrazarse de indiferencia cuando la verdad es que no tienen razones o valor para dar una respuesta que contenga una verdad o, cuando menos, que resulte coherente. Son los cobardes de la vida.
A mi me enseñaron, y terminé aprendiéndolo por mi mismo a lo largo de mis años, que la respuesta es la forma más educada de considerar al interlocutor tan "ser humano" como a ti mismo. Y si hay alguien con quien no quisiera hablar, le diría "No deseo hablar con Vd"... pero contestaría.
Por mi respeto hacia los otros.
Por mi educación.

Quiero ser filósofo

Quisiera ser filósofo. Quisiera saber explicar con teorías los desamores, las traiciones, las mentiras. Quisiera ser filósofo para encerrar entre palabras las crueles indiferencias, los puñales en la espalda, los abandonos... Pero no soy filósofo, y sólo puedo explicar esas cosas con mi dolor.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Impagados

Cada vez que conozco a una persona, le concedo los 1.000 créditos que da la vida. El de la honestidad, la nobleza, la verdad, la sinceridad, el valor... y los otros 995. Hasta que se empeña en demostrarme lo contrario. Creo que estoy buscando rincones en el aire.