viernes, 30 de abril de 2010

Es muy fácil

Y mira que la gente tonta, como yo, se complica la vida... Cuando en realidad es todo tan sencillo... Única, infalible, invariable, inmarcesible, invulnerable, incontrovertible y absolutamente segura regla para avanzar por la vida con seguridad, firmeza y la total aprobación de los demás: "Echarle siempre la culpa a otros". No falla.

domingo, 25 de abril de 2010

Ruidos

Algunas personas viven rodeadas de ruido. Un atronador ruido que no les deja escuchar su interior. Ruidos como el odio, el desprecio, la ignorancia, la autocomplacencia... Se alimentan de todos esos ruidos y se olvidan de dar de comer al maravilloso espíritu que llevan dentro. De forma que, muchas veces, su auténtica forma de ser, acaba muriéndose de inanición.
Hoy quisiera que todos tratasen de cerrar su mente a los ruidos, y escuchasen la paz y la verdad que, por su propia naturaleza, ya poseen. Y que las dejen crecer.

domingo, 18 de abril de 2010

Sueños

Llegó el día inexistente. Pongamos el 26,5 de enero. Podría haber sido real, pero no lo fue. Ese día tenía una peculiaridad. Una singularidad. Todos dormían. Al mismo tiempo. Y soñaban.
El señor Ambrosio tuvo una pesadilla. En ella se le aparecían todas las verdades incontrovertibles que habían conducido su vida y le confesaban que eran mentiras disfrazadas. El señor Ambrosio sudaba mientras su pérfido subconsciente trataba de hacer mella en su perpetua seguridad. Dió algunas vueltas en la cama, se removió inquieto, se le escapó alguna palabra ininteligible... y despertó. Cuando comprobó que todo había sido un mal sueño, recuperó su tranquilidad y se durmió como un bendito, sabiendo que a la mañana siguiente continuaría disfrutando de la seguridad que le daban sus verdades inefables.
La joven María Isabel sudaba también, pero por sus partes pudendas. En su mente un hombre de incuestionable atractivo la estaba poseyendo... mientras tras él hacían cola un sinfín de hombres de la misma apariencia. Todos iban a poseerla, uno tras otro, por todas sus partes... y ella se removía en su cama con gestos que habrían resultado obscenos de llegar a existir la obscenidad. Una voz le decía que se comportaba como una meretriz, y ella se negaba a escucharla, pedía que callase la voz, sentía que la voz en off le estaba clavando la verdad en el alma. También despertó. Por un lado lamentó salir del sueño. Estaba empapada de puro placer. Pero, por el otro, se alegró de haber conseguido escapar de aquella molesta voz que trataba de decirle lo que no era. Pensó en el día que le esperaba. Había quedado con Pedro por la mañana, con Javier a mediodía y con Tomás por la noche. Prometía ser un buen día para una chica espabilada que disfrutaba de la vida. Se volvió a dormir en paz.
La ya madura señora Ludmila no tenía sueños eróticos. Hacía años que no los tenía. Se había secado como una pasa. Ya había nacido algo seca, pero su impenetrable mente puritana la había conducido a una aridez extrema. Ella nunca tenía sueños eróticos. No se los permitía. Ella sólo soñaba con la muerte. Siempre. Todos los días. Pero no con la suya. Con la de aquellos que le caían soberanamente mal. Y esa noche, la de ese día inexistente, soñó que asistía con un placer indescriptible al entierro de todos aquellos que no resultaban de su agrado. Ella disfrutó con el sueño. No se le podía llamar pesadilla, ni mucho menos. De hecho, llegó a sentir un ligerísimo, casi imperceptible, orgasmo. Fue lo único que puso un punto inadecuado al sueño. Cuando despertó, de tanto removerse, volvió a su triste realidad. Se dió cuenta de que a la mañana siguiente tendría que seguir odiando, y acentuando las arrugas de su rostro con un rictus de amargura por la insoportable vida de depravación que veía constantemente a su alrededor. Se durmió sin paz. Sabiendo que el sueño no volvería, que no podría disfrutar de nuevo, esa noche, de los velatorios de tantos y tantos a los que odiaba sin cuartel.
Pasó el día inexistente, y no sucedió absolutamente nada. Todo continuó exactamente igual. Los sueños volvieron a su escondite, y las personas despertaron para seguir siendo como siempre habían sido.

jueves, 15 de abril de 2010

Un día

Un día, no recuerdo cual, se me vino a la cabeza, por alguna inescrutable razón, la idea de que la gente siempre actuaba de buena fe.
Un día, ya olvidado, estando yo distraído, se me coló a través de la corteza cerebral la idea de que la gente decía siempre la verdad.
Un día, vaya usted a saber cuando, mientras me concentraba en el sabor de un buen café, se me metió subrepticiamente la idea de que la gente cuando daba su palabra la cumplía.
Un día, perdido ya para la memoria, absorto en los inútiles pensamientos que a menudo me asaltan, me inundó como riada incontenible la idea de que la gente pensaba antes de hablar y se abstenía de juzgar.
Un día, cuando sonó el despertador a las 25:00 horas exactamente, cuando me vino sin yo quererlo la locura de mirar a mi alrededor, cuando los otros mundos estaban cerrados y tuve que volver a este mientras esperaba a que abrieran... se me plantó, cara a cara, sin tapujos, la idea de que me había equivocado en todo.
Desde entonces he decidido vivir en el precioso universo que llevo dentro de mi.

sábado, 10 de abril de 2010

Ánimo

Vamos. Que no decaiga... En este momento se hace público que, sorprendentemente, al visitante 2500 le correspondará el incalificable premio de un viaje a BaconsBridge con todos los gastos de tabaco pagados. Premio única y exclusivamente otorgable a los no fumadores.

lunes, 5 de abril de 2010

Juzgar

Dice un texto taoista: "El que juzga no hace otra cosa que tratar de esconder sus debilidades"
Y me ha hecho descubrir todas las debilidades que habitan en mi.
¿Por qué trato de juzgar a aquellos a quienes la vida no ha dado capacidad para ver más de lo que ven? ¿Por qué intento juzgar los comportamientos de otras personas por absurdos que parezcan a mi forma de sentir las cosas?
Cada uno vive en la altura que puede alcanzar. Cada persona comete los aciertos o los errores según su propio sentir. Lo que para mi es un error, para quien lo comete puede ser un acierto. Y no soy yo quien debe ponderarlo. No estoy capacitado.
No me he librado de juzgar conductas, actitudes, personas y, por tanto, estoy lleno de debilidades.
Nunca he pretendido la perfección, cualidad que se me antoja rayana en la muerte. Pero sí he querido conseguir en mi alma una actitud tolerante. Muchas veces lo he logrado, he de reconocerlo. Pero en muchas otras ocasiones no ha sido así. Mi alma sigue siendo débil. Y sólo yo puedo darle todo el potencial infinito que encierra.
"El que juzga no hace otra cosa que tratar de esconder sus debilidades". Pensadlo.

sábado, 3 de abril de 2010

Sensación

Sólo cuando seáis capaces de ver, os daréis cuenta de que estáis ciegos.

viernes, 2 de abril de 2010

Manía persecutoria

Perdón pido por el post anterior. Quería probar a meter una imagen. Me salió bien. La frase me vino al ver mi cara de "pasmao", pero creo en ella.
Sucede que tengo manía persecutoria, pero a la inversa. No es que piense que me persiguen. Es que me da a mi por perseguir. Por acosar. Por intentar el derribo. El derribo implacable de todos aquellos que han nacido con lengua bífida. Como las serpientes. Y aunque yo no me incluya en su círculo, los propios católicos reconocerán mi derecho a pisar las cabezas de tales reptiles con mi "calcañar"... se acepta en la Biblia. Claro que vaya usted a fiarse de la Biblia... que luego van y la interpretan según la circunstancia. Vamos, que un mismo versículo sirve para todo, para justificar y para desautorizar. Depende, claro.
Sigo con la manía persecutoria.
La mente de la mayoría de las personas es incapaz de borrar totalmente una información que se ha contrastado como falsa. De eliminarla o, lo que sería mejor, transformarla en su versión cierta. Un clarísimo ejemplo es el de Michael Jackson. Ejemplo de depravación entre las personas de bien. Clara muestra de la peor desviación, algo inadmisible, a pesar de que se haya confesado la manipulación de la que fue objeto para sacarle unos milloncejos de dólares. Continúo encontrándome con gente que me lo pinta como la más abyecta forma de la degeneración, del pecado. Y yo he renunciado a responder que todo se ha aclarado, que era mentira. No me escuchan. Cuando una cosa está clara para ciertas personas, sigue clara para toda su vida. Sus cerebros padecen una especie de esclerosis que les impide utilizar su potencial para reorganizar su conocimiento. Es una pena.
A mi, cuando me encuentro con estas personas, me entra un temblor incontrolable. Dios mio, pienso, ¿cuántas mentiras, cuántas incongruencias, cuántas frustraciones guardas en tu vida?... Pero no lo digo, claro, porque entonces la van a tomar conmigo, y lo mismo les da por decir que estoy "ido de la olla" o algo peor. Y ya se sabe que, cuando las personas de bien van diciendo algo, eso va a misa. Por falso que sea. Eso es lo de menos. Lo de más es quien lo diga. Y lo que dicen las personas de bien, por mentira que sea, es siempre la verdad.
Dios me libre de todas esas personas de bien. Dios me libre de quienes no han cometido pecado. Dios me libre de las serpientes.
Pero, aunque me libre, yo seguiré poniéndolas a parir. Se lo merecen.