domingo, 28 de febrero de 2010

La única razón...

"La única razón por la que tolero tu presencia es porque espero ser testigo de tu caída"

Esta magnífica frase acabo de leerla en una "presentación" de messenger. Y, por un momento, mi mente ha caído en un estado de congelación absoluta. He debido leerla por segunda vez para creérmela. Y, para más desgracia, la frase la enarbola un familiar sanguíneo. Una persona que lleva mi misma sangre. Y me he sentido muy avergonzado.

Hay tantas razones para vivir... la alegría, el sol por las mañanas, la búsqueda de lo mejor de uno mismo, el dar lo que se tiene... tantas y tantas... que ver una como la mencionada me ha conmocionado. Me ha entristecido mucho.

¿Es esta una muestra de lo que se puede esperar en la sociedad actual?... Sentimientos cargados de venganza y podredumbre, ánimos revanchistas, odios a destajo... Recibí hace poco uno de estos pps que tanto circulan por la red... lo relato brevemente:

"Un señor rico quiso reirse de un pobre y le hizo un regalo. El pobre abrió el regalo y encontró una bandeja de plata llena de basura. No dijo nada. Se fue un momento, limpió bien la bandeja, la llenó de flores y se la regaló al señor rico, diciéndole: Cada uno da lo que lleva dentro"

Me da una pena inmensa que alguien de mi familia lleve dentro odio, venganza, miseria... pero mi familia no iba a ser distinta a las demás. De todo tiene que haber.

Bea, los odios sólo llevan a más odios, las frustraciones a más frustraciones... ¡vive la vida!... te sentirás mucho más feliz. Arroja fuera de ti la basura y llénate de flores. Hay mucha gente que te quiere. Vive tú también queriendo.

sábado, 27 de febrero de 2010

Carta abierta de un padre a un hijo

Hijo, yo te quiero. Pero no te necesito para ser feliz. Yo solo soy capaz de sentirme a gusto, completo. No necesito a nadie para ser más yo. Porque no puedo ser más yo de lo que soy. Y siendo yo, como soy, no necesito ser más.
Pero te quiero. Te quiero para ayudarte a ser tú. Te quiero para tratar de enseñarte lo que yo sé, y que tú lo uses o no lo uses, pero lo sepas. Te quiero para que juntos recorramos un camino hasta que decidas seguir avanzando tú solo.
No te quiero para imponerte mi visión, ni para que tú me impongas la tuya. No te quiero para esclavizarte, forzándote a hacer lo que no quieres, ni para que tú me esclavices obligándome a atenderte como un criado para todo. No te quiero para marcarte directrices, ni para que tú me las marques a mi. Somos un padre y un hijo. Dos personas. Dos diferencias. Dos seres capaces de colaborar para llegar más lejos juntos.
Hijo, jamás dudes de que te quiero. Nunca te flaquée la certeza de que darte todo mi cariño es algo inmensamente importante para mi. Pero mi cariño te lo voy a dar de cualquier forma. Y no necesito más para ser feliz. Por eso, hijo, yo te quiero, pero no te necesito para seguir siendo feliz.

jueves, 25 de febrero de 2010

Culpa del árbitro

En una votación democrática, llevada a cabo con todas las garantías, sin incidentes dignos de mención, con una concurrencia a las urnas merecedora de los más calurosos aplausos... la opinión de mil necios venció, por goleada, a la de un sabio.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Historia de Neptuno

Existía un dios del mar. Neptuno. Era grandioso, espléndido, exudando magnificencia y regio porte allá por donde se le mirase. Neptuno imponía respeto. Reinaba sobre mares y océanos, peces y corales, fondos abisales y olas tranquilas y mansas... Era un gran dios.
Pero como todo en este mundo, al final es corrompido. Su nombre acabó siendo usurpado. Un ser estúpido se lo apropió. Y reinó sobre las charcas pestilentes, sobre la carroña que se descomponía entre rios de sangre putrefacta. Y se alimentó del escándalo y la corrupción, de la mentira y la maledicencia. De la ignorancia y la nefasta creencia de conocerlo todo. Y así, desapareció aquel respetable y noble Neptuno, para ser sustituído por un ente vil y carroñero.
Este es el signo de estos tiempos. Esta es la maldición de la venganza que religión y política aportan a nuestras vidas. Esta es la única pena que abruma mi vida.

Una víbora, cuyo nombre me reservo, trata de morder. Trata de envenenar. Una víbora que ni siquiera me conoce se ha empeñado en juzgarme. Señor, señor... si jamás me ha conocido, lo mismo que yo a ella... Si alguien que lo desconoce absolutamente todo sobre mi, se quiere arrogar el derecho a juzgar mi vida en base a lo que otras lenguas interesadas le cuentan... ¿cómo debería actuar yo?... ¿Debería juzgarla yo a ella?... ¿Debería decir que me da que nunca se la ha follado nadie y arrastra ese estigma cuando ya está alcanzando la menopausia?... ¿Debería decir que para ser una educadora escribe muchísimo peor que los niños a los que trata de educar?... ¿Debería decir que, con esa capacidad de juzgar sin conocer, me dan mucha lástima aquellos que caigan en sus garras para ser "educados"?... ¿Debería decir que con esta clase de basura jamás lograremos superar el status de necios para convertirnos en los dioses que somos realmente?...

Os pido perdón a todos. He tenido que moderar los comentarios. Una "señora" de edad madura, vírgen y mártir, cuyo nombre me reservo aunque se autonomina "Neptuno" entra, de cuando en cuando, en este blog, con el fin de aportar su "visión". Una señora a la que he visto una única vez en mi vida, ante la puerta de mi casa, hablándoles a mis hijos de lo malo que era su padre sin conocer ella a este padre de nada, basándose en lo que otras mujeres desocupadas y sin escrúpulos le dan para digerir en esas tertulias tan sanas y divertidas donde de entrante te ponen tripas aderezadas y de bebida sangre a granel. He tenido que moderar los comentarios para evitar que esta "Maria del Poliedro", auténtico nombre de la que se cree Neptuno, deje de esparcir su ponzoña. No me interesa. No soy de los que se complacen en las vísceras y en la sangre. No soy de los que disfrutan mintiendo y hablando de forma gratuíta de los demás. Disfruto más de otras formas. Y me encantaría poder volver a ver la grandeza de Neptuno.

Sin más, y en espera de que el auténtico Neptuno resurja de entre los mares para clavarle a esta "señora" su tridente en "salva sea la parte", espero que la moderación de las entradas no os desanime y continuéis dejando vuestras dosis de sabiduría.

Os quiero a todos. Incluso a ti, Neptuno. Y deseo que seas capaz de abrir los ojos a la verdad, que seas capaz de volver a juzgar conociendo todas las versiones, y que, por fin, un día de estos folles, que es una gozada.

lunes, 22 de febrero de 2010

Derechos

Si algo caracteriza a nuestra sociedad es su afán por despojarnos de todos los derechos que nos son inalienables. Empezando por derechos tan insignificantes en su contenido como el de fumar, libremente, y correr el riesgo de pillar un cáncer o una leche malteada, lo primero que venga. Pero es que si me da la gana, es mi elección. Y como elección personal, la ejerzo.
Eso sí, hay derechos que uno ya no entiende, ni con media docenita porros en el cuerpo, cómo pueden estar regulados por otras personas o entidades (conjuntos de personas al fin y al cabo) Por ejemplo, mi derecho a decidir sobre mi vida y sobre mi muerte. Primero tratan de decidir cómo debe ser mi vida, y si no me gusta y prefiero renunciar, lo tengo prohibido. ¿Qué clase de paranoia es esta?
No debemos ceder ante la imposición. Somos seres individuales con tendencia a la convivencia -en el fondo no estoy seguro de si esta tendencia es natural o inducida-, y como seres con capacidad para decidir sobre si mismos, nadie nos puede arrebatar el derecho a tomar nuestras decisiones.
Sólo nosotros podemos decidir aquello que nos concierne en el aspecto personal. Lo demás son manipulaciones y gaitas. Con todo mi respeto hacia las gaitas, que tienen mi admiración incondicional.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Intención

Será mi empeño, en lo que me reste de vida -que no existencia-, y en lo que alcance mi pobre capacidad, tratar de señalar, a través de mis ojos convertidos en palabras, las incoherencias, necedades, carencias e inexistencias de autoanálisis (por sobredosis de juicios ajenos) que imperan en la estereotipada sociedad que nos quieren mostrar como buena. Todo ello partiendo de visiones personales y, por tanto, inclinadas al error. ¡Bendito error!
Y, por descontado, sin piedad hacia la estupidez.

martes, 16 de febrero de 2010

El martillo

Si le quitas el martillo a un juez, ¿le arrebatas su poder?... ¿Es juez por sí mismo o por su martillo?
Para mi está muy claro: por su martillo. Sin él, nadie le habría conferido la capacidad para juzgar a otras personas. Sin él, su voz, condenatoria o absolutoria, sería un desfigurado berrido en el vacío. Sin su martillo, el juez se vería incluso a expensas de las iras de su esposa, por no acordarse de traer el Fairy... ¡y mira que se lo dijo veces!... Fairy, nene, que no te olvides el Fairy... y el hombre se lo saltó al hacer la compra... de hecho ni se pasó por la sección de artículos de limpieza. Estaba pensando el pobre mortal que al presunto Pérez Pi le iba a imponer una condena que se iba a cagar... Porque, desengañémonos, los jueces también olvidan, y yerran, y guardan rencores, y se pajean cuando su mujer se pone gorda como un tonel... Yo creo que debe haberlos hasta con Alzheimer, Traumas y Pedofilias. Señor, señor... y pensar que un juez que no es capaz de acordarse de comprar el Fairy puede condenarme...

lunes, 15 de febrero de 2010

Besugos

- Pero, ¿cómo es eso de que eres cristimorbudista?
- No, mira, no soy cristimorbudista.
- Ya, pero que digo yo que no lo debes llevar muy bien, ¿no?
- Es que no lo llevo ni lo dejo de llevar, no soy cristimorbudista, te lo acabo de decir.
- ¿Me permites una pregunta?
- Claro.
- A vosotros, los cristimorbudistas, os dejan follar?
- Verás, a los cristimorbudistas no lo se... pero a mi si.
- Es que me han dicho que no os dejan.
- ¿Pero tú me has escuchado?... No soy cristimorbudista.
- Ya, ya... y si no os dejan, ¿cómo solucionáis eso de la líbido?
- ¿Tú quieres saber cómo lo solucionan los cristimorbudistas o yo?
- Pues tú... ¿no eres cristimorbudista?
- No.
- Pues a mi me han dicho que si.
- Pues mira tú por donde, te han informado mal.
- Ya, claro, te entiendo... en fin, si no me quieres decir lo de la líbido no importa. Supongo que será un secreto entre vosotros?
- Pero, ¿nosotros... quienes?
- Pues los cristimorbudistas.
- ¿Tú has oído algo de lo que te he dicho o te estabas haciendo una paja?
- No hace falta que me insultes... que yo no te he faltado. Además, por lo que sé, los cristimorbudistas no podéis insultar...
- Pues mira, coño, joder, puta, ostia, cabrón... mira cómo insulto... el copón, la leche que te dió tu puta madre, el cornudo de tu padre que no tiene nada que ver contigo... ¿quieres que siga?
- ¡Dios santo!... Ya sabía yo que no te iba a sentar bien... pero, por favor, estamos entre seres pensantes... contrólate un poco... si sigues así te van a expulsar...
- ¿De donde coño me van a expulsar?
- De los cristimorbudistas.
- ¡Que no soy, no soy, no soy cristimorbuleches!... ¿Te enteras?... ¡No soy!...
- Ya sabía yo que lo ibas a negar. Si está muy claro. Sois unos fanáticos y unos intolerantes...
- ¡Y tú una puta!
- Si te pones así no sigo hablando...
- Me pongo como me sale de la punta del carajo. ¡Ala!... A tomar viento fresco. Apaga y vámonos. Corto y cierro. A tomar por culo... Se acabó...
- Nada, chico, pues que te vaya bien en esa secta... pero lo que es la menda no vuelve a dirigirte la palabra. Estás más loco que una cabra.
- ¡Porque me da la gana, leches!... Sí, estoy loco, y soy cristimorbudista, y voy meando por las esquinas como los perros... lo que tú quieras, pero déjame en paz...
- Si, hijo, si, te dejo en paz que hay que ver cómo te pones...
- ¡Me pongo como me sale de los mismísimos!
- Pues nada, chico, que te vaya bien en tu nueva secta... pero lo que es de mi, no esperes que te vuelva a hablar nunca más. ¡Qué desagradable!
- Fírmalo. Júrame que no me vas a hablar nunca más o me suicido...
- Ja ja ja ja... ¡qué sentido del humor el tuyo!
- Que no, que no estoy bromeando, que por favor te pido que me jures que no me vas a hablar nunca más...
- Vale, vale... ya me he reído bastante... si en el fondo hasta eres simpático... Nada, hombre, que te perdono... y dime, ¿podéis comer carne los cristimorbudistas?...

Juicios sumarísimos

Existen personas, demasiadas a mi entender, que han cambiado la sana costumbre de plantearse su vida por la necedad de plantearse la de los demás.
Estas personas se han perdido en el camino. Van desorientadas y, ni tan siquiera son conscientes de que, pese a todo, siguen caminando. Porque nada se para en esta vida. Pero ellas intentan frenar, anclarse a la tierra, aferrarse a las cosas, no perder de vista lo conocido por miedo a lo desconocido. Y no pueden. Ese es su drama.
Tal vez es eso lo que las lleva a olvidar sus carencias, su necesidad de aprender, su ceguera incipiente... y no quieren verse. Y la mejor solución para no verse uno mismo es mirar hacia los demás.
Lo penoso de estos casos es que no miran hacia otras personas con afán de hallar lo bueno, lo positivo, lo que les puede enseñar a ser mejores. Su mirada sólo tiene un fin: Juzgar y Condenar.
Y los juicios, puedo asegurar por propia experiencia, son Sumarísimos. De hecho, ni te dejan la opción de aportar tu testimonio.
Los juicios, como he dicho, son Sumarísimos. Y siempre acaban en Condena.

viernes, 12 de febrero de 2010

Dicen...

He oido que no se puede mentir mirando directamente a los ojos. Es mentira. Y te lo digo mirándote a los ojos fijamente. Con lo cual, no te puedo mentir.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Soy

Avanzo o retrocedo, según me da. Nunca quiero tocar el suelo. Soy viudo de corazón. Constantemente me peleo para evitar la violencia. Pido perdón por no haber cometido todos los pecados que debía. Y me revienta que alguien trate de perdonarme los cometidos. Me siento bien cuando me equivoco, porque encuentro el camino que me conduce a mi siguiente error. Mi barriga llega siempre antes que yo, mi pene después. Creo que sólo lo autenticamente bello merece ser regado con lágrimas. Todos los días rompo mis olvidos sin querer, para recordar mi futuro. Creo en lo inexistente. Mi dios no habita en mi, sino en mis hijos. Tengo amigos en el infierno, y enemigos en el cielo. No me importa llegar a ningún lado, me conformo con caminar. Surgí de la muerte y voy a terminar naciendo. Todo se vuelve nada dentro de mi y, sin embargo, de mi nada nace el todo. Y todavía no se quien soy. Pero soy.

sábado, 6 de febrero de 2010

Carta abierta a las ovejas

Hoy voy a hablar contigo. Aunque, inevitablemente, no me vas a entender.
Hoy voy a decirte que formas parte del lastre que retrasa el avance del ser humano hacia su divinidad.
Te voy a hacer el “test de los sumisos”. Pero antes debes olvidarte de aquello de que “los mansos tendrán el reino de los cielos”, porque ese reino lo han derrocado y ahora es una democracia pluralista donde, dentro de poco, cuando le toque el turno, nuestro Zapatero se postulará para presidente vitalicio. Imagina el panorama...
Veamos. Responde con sinceridad.
¿Eres tú de los que aceptan la desgracia, el infortunio, la humillación como elementos que forman parte inevitable de tu vida?... Sumiso.
¿Eres de los que se sienten humildes ante otros que, en esencia, son iguales a ti?... Sumiso.
¿Estás entre los que ven con buenos ojos la naturaleza degradante de quienes propugnan atenerse a las normas, o incluso llegas a participar en la aceptación de todas esas guías superficiales de la vida?... Sumiso.
¿Te alzas contra las voces armónicas que quieren romperlo todo para empezar de nuevo, sin darte cuenta de que la discordante es tu voz que todo lo acepta como está?... Sumiso.
¿Aceptas la vida tal y como está estructurada, dirigida, marcada, planificada?... Sumiso.
¿Te escandalizas?... Sumiso.
¿Criticas los comportamientos si son extraños a tu pensamiento o sentir?... Sumiso.
¿Ruegas por el perdón de los pecados?... Sumiso.
¿Sientes compasión por el débil y pides por el pobre?... Sumiso.
¿Necesitas de la aprobación de los demás para sentirte integrado con la mayoría?... Sumiso.
¿Convives con tus frustraciones y las consideras elementos naturales de tu vida?... Sumiso.
¿Alzas tu voz cada vez que todos alzan su voz para condenar lo que consideras perverso?... Sumiso.
¿Piensas que hay algo pervertido en este mundo?... Sumiso.
Te lo voy a decir. Te lo voy a aclarar. Voy a tratar de hacerte ver que, lo único cercano a una perversión que existe en este mundo podrías ser tú. Y no lo eres. Si tú no eres algo innatural, degradado, insano... ¿cómo puedes calificar de tal cualquier otro comportamiento?
Dame razones. Dime el por qué de tu escándalo. Explícame por qué si un terrorista asesina a 20 personas te sientes capaz de condenarlo, por qué si un hombre viola a una niña te sientes capaz de condenarlo, por qué si un hijo le arranca los ojos a su madre te sientes capaz de condenarlo... Dime, con razones, por qué es indeseable matar a veinte personas, violar a una niña o arrancarle los ojos a una madre, pero dímelo fuera de las leyes. Dímelo fuera de la moral. Porque todos ellos son elementos efímeros, cambiantes, indefinidos... Dímelo desde tu divinidad que desconoces.
Por más que lo he pensado no he encontrado diferencia entre el bien y el mal. Son lo mismo. Todo depende de la moral que nos guía y las leyes que nos atan. Pero tanto la moral como las leyes son elementos prescindibles, creados según nuestras apetencias o nuestras supuestas necesidades momentáneas.
Olvídate de todo y empieza a pensar. Tienes una mente para hacerlo. Rebélate contra los que no se rebelan. Asesina, con la mayor premeditación de que seas capaz, a tu pastor. Deja de ser un Sumiso.
Como dijo Blake, “antes prefiero matar a un niño en su cuna que permitir la pervivencia de una frustración insatisfecha dentro de mi”.
Y, a pesar de todo, por sumiso que seas... te quiero.

viernes, 5 de febrero de 2010

Por amor...

Hoy me siento agradecido. Tal vez sea una debilidad para algunos, pero yo lo he puesto en la carpeta de mis recuerdos más queridos. Hoy he sentido amor. Un amor inmenso. No me cabía en las entrañas y he tenido que darlo.
Hoy he querido a todos los que conozco, y a los que no conozco. Hoy me he sentido fundido con la vida, con la muerte, con lo bueno, con lo malo, con la verdad, con la mentira... hoy me he sentido todo, hoy he sido feliz sintiéndome todo... y eso es amor. Lo se. Porque amé.
Por amor escuché con atención historias que no me interesaban en absoluto. Por amor sonreí cuando tenía ganas de dar media vuelta y marcharme. Por amor me hice el despistado cuando las cosas estaban muy claras para mi. Por amor retrocedí muchos años en mi camino por la vida. Por amor miré hacia atrás, y me anclé en los pasados de otras gentes. Por amor me dejé matar.
Hoy he recordado cuánto quise lo que quise. Hoy ha vuelto a mi memoria la memoria del olvido. Hoy he sido ayer. Por un momento he vuelto a morir en el pasado. Pero, a pesar de ello, a pesar de lo doloroso que puede resultar amar, hoy sigo amando. Y me siento agradecido. Por mi amor.

Yo

Mi importancia es tal que, sin mi, este mundo no tendría sentido. Mi importancia es tanta que, sin mi, ninguno de vosotros existiría. Mi importancia es de tal magnitud que, sin mi, Dios no habría nacido. Todos vosotros, todo este mundo, Dios mismo... me necesitáis. Si yo no os pienso, carecéis de sentido.