jueves, 31 de diciembre de 2009

Análisis gramatical

Me encanta la palabra “puta”. No lo puedo evitar.

Cuando la pronuncias sale con fuerza, con contudencia que no poseen otros vocablos.
Es clara, concisa, lo dice todo sin dejar nada a la ambigüedad.
Breve y, sin embargo, poseedora de una enorme riqueza y variedad de contenidos. Todos ellos claros y firmes.
Una palabra que llama la atención, es imposible que pase desapercibida. Una palabra con vocación de definitiva.
Hermosa y triste, festiva y prohibida, dolorosa y curativa... Una palabra que contiene una plenitud inevitable.
Me encanta la palabra “puta”. No lo puedo evitar.

Sensación

Pica, luego existe.
Duele, luego existe.
Jode, luego existe.
Fascina, luego es una ilusión.

Intercambio

El ser humano ha cambiado sus instintos primarios, básicos, consustanciales, por el privilegio de convertirse en un animal de compañía.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cosas en común

La arrugada y virgen monja de clausura mantiene una conversación con el afortunado follador que ha conseguido evitar, hasta el momento, todos los compromisos.

Ojos cerrados, como elevando preces al altísimo.
-¿No te sientes en pecado?
-No
Ojos semicerrados, como si el humo de un cigarro le ascendiese por el rostro.
-¿No te remuerde la conciencia?
-No
Ojos levemente entornados, como queriendo dar impresión de mirada inquisitiva.
-¿No te das cuenta de que estás desperdiciando un don que Dios te ha concedido exclusivamente para la procreación dentro del matrimonio?
-No
Ojos semiabiertos, como comenzando a ver una luz al final del túnel.
-¿No percibes que tu conducta supone un desprecio hacia todas esas jóvenes que utilizas para tu placer?
-No
Ojos abiertos, tratando de mostrar la verdad a través de la mirada.
-¿No notas que el gusano del abyecto vicio se va introduciendo por toda tu sangre?
-No
Ojos como platos, dejando que el contrincante sea consciente de la profunda incredulidad.
-¿No te corroe una sensación de degradación moral y física que se adueña de todo tu espíritu?
-No
Ojos fuera de sus órbitas, como si el alma levitara en un éxtasis que roza otros mundos.
-¿No adivinas un final trágico y cargado de nefasta culpabilidad al término de tu existencia?
-No
Ojos cerrados, como solicitando el perdón imposible al supremo.
-Hijo mio... ¿qué es entonces lo que sientes?
-Que la vida nos ha llevado por caminos diferentes, pero usted y yo tenemos muchísimas cosas en común.

Guías del comportamiento

El sexo y la violencia son las dos guías básicas del comportamiento humano. Todo lo demás es exógeno. Dinero, poder... cualquier otra idea, concepto o "epifanía" que se os pueda ocurrir sólo se persiguen para llegar a la máxima expresión del sexo y la violencia.

Ahora nos quieren quitar la violencia porque resulta poco “civilizada”. ¿Y el sexo? ¿Cuándo decidirán que tampoco es conveniente para nuestra salud?.
No nos engañemos. Nada hace subir tanto la adrenalina, la pasión en suma, como un polvo o una ostia.

Sensación

En esta espléndida vida, donde todo trata de conducirnos al encuentro, hasta el momento sólo hemos sido capaces de encontrarnos a base de polvos y ostias. ¡Si es que no somos como niños!

martes, 29 de diciembre de 2009

La sonrisa del idiota

Me he leído los teléfonos de utilidad que vienen tras la hoja de presentación de un calendario de sobremesa. He visto enseguida el de los bomberos, la policía, los casos de envenenamiento, la guardia civil, el tenderete de chorizos criollos del señor Ferdinand y, por supuesto, el de mujeres maltratadas. Y qué queréis que os diga... hasta cierto punto me ha molestado. Este tema no es nuevo. Se habrá discutido en innumerables ocasiones y, a cualquiera que lea esta leve protesta, le sonará a muy manida. Se ha comentado hasta la saciedad en corros, corrillos, foros, forrillos... Pero es que sigo sin comprenderlo. No había teléfono para los casos de hombres maltratados. Y, verán ustedes, conozco a muchos más hombres maltratados que a mujeres. Así, como suena, y no se me escandalicen ni me tachen de mentiroso. Los conozco.


Estoy de acuerdo en que quien habitualmente se lleva las ostias es la mujer -aunque no siempre, que también hay que decirlo. Estoy de acuerdo en que se producen más muertes físicas entre las mujeres -aunque también se producen entre los hombres, no lo olvidemos. Pero la presión mediática sólo incide en uno de los aspectos, obviando sorprendentemente el otro. ¿Sorprendentemente?... Tal vez no sea para sorprenderse tanto. Es posible que buscando a los que manejan los hilos de quienes manejan las tramas de quienes manejan los entresijos de la presión mediática, no nos asombrásemos tanto.

En mi opinión, entre tanta reivindicación de igualdad y tanto clamor por los derechos femeninos, creo que nos estamos perdiendo. Si se trata de igualdad, seamos tod@s iguales. ¿Os habéis fijado en la preciosa arroba que he puesto?... Esto, evidentemente, es una de esas verdades de Perogrullo que debieran estar de más, pero hay que decirla. No basemos las reivindicaciones en los cuatro o cuarenta aspectos que todavía mantienen en pie la desventaja de la mujer soslayando hábilmente los 58 en que la mujer posee una clarísima ventaja, tan evidente que me parece hasta un abuso.

Vayámonos a juicio. Pongamos un divorcio. Y lo voy a poner por experiencia propia, porque me lo conozco. ¿Eres hombre?... Chico, pues prepárate a que te den por culo, pero bien “dao”, aunque tengas toda la razón del mundo y seas más bueno que un santo, mientras tu mujer es un putón verbenero que te ha dado todas las verónicas que ha querido durante 30 años y que te va a dejar en calzones. ¿Que ganas 600 euros y tu mujer 1.500?... tranquilo, le vas a tener que pagar de todas todas... Curioso cuando menos, ¿no?.

Conozco casos, como antes dije, de hombres de malos instintos que han soltado cuatro ostias a su pareja -y no quito que algunas no fuesen hasta merecidas-, pero la verdad, no se debe utilizar la fuerza cuando existe la razón. Como decía un nefasto escritor de ciencia ficción, “la violencia es el último recurso de los incompetentes”. Y aquí empezamos a entrar en materia. Porque, en definitiva, los hombres somos unos incompetentes que nos creemos a ciegas eso de que la mujer es el sexo débil y hay que darle todas las ventajas que se le puedan dar. Vale, dos, cuatro o seis ostias... eso sucede, muy lamentablemente. Pero ese dolor se pasa. Ahora, ¿quién tiene los santos cojones de decirme cuándo se pasa el efecto de las mentiras, los actos de difamación extremos, las actuaciones malintencionadas, los daños morales que es capaz de causar una mujer por el simple placer de hacer daño y reirse de quien se le atraviesa? Casos como el de mujeres capaces de acusar falsamente a sus maridos de la violación de sus hijas pequeñas, casos de mujeres capaces de acusar a sus maridos de violencia doméstica que jamás ha tenido lugar, casos de horribles delitos imposibles incluso de probar y que, por nuestra estulticia crónica, tienen consecuencias inmediatas e irreversibles, como la pérdida de la honorabilidad, el buen nombre y, en muchos casos, la propia libertad. Y, lastimosamente, en la mayoría de las ocasiones, se trata de pérdidas perennes, vamos... que no sé si es peor esto o la muerte. Habría que meditarlo bien.

Señor Manué... llámele usted a su vecina “puta”. No me sea cobardica y haga la prueba. Esa misma noche dormirá usted en el calabozo y, con suerte, saldrá, a los pocos días, con una simple multa y un apercibimiento. Y dese con un canto en los dientes si esa señora no se ha hecho un corte en el dedo pelando una patata y ahora dice que ha sido usted atacándola con un hacha de doble filo. Por favor, Don Manué, no se moleste, deje ya de argumentar que tiene usted 85 años, va en silla de ruedas y no puede limpiarse sólo el culo, mientras que esa señora tiene 30 años, mide un metro noventa y cinco y practica halterofilia desde su más tierna infancia. Pierde el tiempo y, seguramente, acabará con la paciencia de los amables policías que han acudido en socorro de la señora. Señor Manué, una advertencia de buen amigo... si esa vecina le llama a usted “maricón”, ni se le ocurra ir a denunciarlo a comisaría. Se le van a reir en las mismísimas barbas. Bueno, señor Manué, no se lo tome tan en serio y deje a su vecina en paz, que no es puta, joder, que se lo cree usted todo.

Me gusta insistir, así que insisto. Personalmente conozco muchísimos más casos de hombres maltratados que de mujeres. Pero no existe teléfono a donde acudir.

Leamos la prensa. Esto es lo que pone: "Este terrible año, 65 mujeres han sido vilmente asesinadas por sus parejas, 40 de ellas con ensañamiento, y en 33 de estos casos había denuncias previas con órdenes de alejamiento. ¿Qué ha hecho la ley?... Señor, señor, ¿a dónde vamos a parar?..."

Y esto es lo que calla: "Este terrible año 650 hombres, bastante capullos ellos, han perdido para siempre el buen nombre que se habían creado a través de actos honrados, con su difícil avanzar tratando de llevar la verdad por delante, con su sacrificio altruísta por su familia y por sus amigos a lo largo de toda su vida. Han quedado marcados. Se han encontrado con el desprecio de todos sus vecinos y conocidos. De todos ellos, 450 han sido llevados, además, a la más absoluta de las miserias, tanto que hasta sus padres niegan haberles conocido alguna vez. En 227 de los casos mencionados, el hombre había sido avisado por amigos bienintencionados de que su pareja le ponía los cuernos."

Señoras, señores... ¡Pero qué idiotas somos los hombres!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Carta-Carta Genera

Apreciado Ginés:
Espero que al recibo de la presente te encuentres bien de salud. Si no es así, tampoco me quita el sueño. De hecho, para serte franco, me importa un bledo cómo estés. Por algo hay que empezar.

El motivo de esta carta es que he decidido poner fin a mi vida. Sé que no te vas a oponer a mi decisión, pero si se pasara por tu cabeza la subyugante idea de obstaculizar mi intención y quedar como un héroe, olvídalo. Perderías tu tiempo. Y ya tenemos demasiados héroes a nuestro alrededor, de forma que no te serviría de mucho. Tal vez un articulillo en la prensa local y date con un canto en los dientes.

Te voy a explicar mi decisión. Ya te imagino preguntándote “¿Por qué a mi?”, y quiero acabar con tu seguro desconcierto: Pues mira, porque me da la gana.

Paso a la explicación.

Hace 30 años conocí a quien tú sabes. Y la lié. No se me ocurrió otra cosa más provechosa que enamorarme. Como hace años que no nos vemos, debo explicarte que aquella persona se ha convertido en todo un ejemplo de regresión. Tanto que, últimamente, cada vez que me cruzaba con ella no sabía si darle un beso o regalarle un áspid. Por si no te suena, como a Cleopatra. Me frenaba la seguridad de que si le regalaba el áspid lo utilizaría contra mi, y no como deben utilizarse los áspides según la tradición.

Por otro lado, el trabajo me aburre soberanamente. Le dije a mi jefe que, o me bajaba el sueldo o me iba, y no supo cómo reaccionar. En lugar de bajarme el sueldo, como yo pretendía, con el fin de encontrar un nuevo reto en mi vida, llamó a los psiquiatras de la Mutua.

Por otro lado -distinto este lado del anterior, por supuesto-, acaba de pasar por mi lecho la mujer más hermosa del mundo. Ha sido un tremendo error, porque ahora no quiero quitarme el espléndido regusto de la boca y resulta que no encuentro a nadie con quien compartir mis desbocados afanes. Me toparía con algo excesivamente vulgar.

He probado el pulpo a la vinagreta, a la gallega, a la murciana, al horno, al estilo rococó, a la piedra, a la arenilla, al modo de Singapur, sofrito con alas de buitre como en Madagascar, vivo, semimuerto y zombie. Todas las variedades que tu obtusa mente -perdona, Ginés, pero como voy a suicidarme exigen los cánones que sea sincero- pueda imaginar, todas las he probado. Y casi todas me han gustado, pero, por más que busco, no hallo nuevas formas de probar el pulpo. No te imaginas la frustración que arrastro.

Mi hámster me ha abandonado. Hemos tenido una discusión sobre qué pipas eran las mejores. Yo sostenía, creo que con fundamento, que las de California estaban por encima de todas, pero él se ha empeñado en que se las tengo que comprar en Novosibirsk, y por ahí yo no paso. Y como se lo he soltado sin contemplaciones, ha cogido su gravilla del pis y se ha ido de casa. Estoy muy deprimido por eso.

Y, para colmo de males, justo me entero de que han cerrado Facebook. ¿Qué coño voy a hacer yo ahora?

En fin, Ginés, que me quito esta vida y espero, de tu amabilidad, que en un futuro próximo procures evitarme en la otra.

Sin otro particular, un cordial saludo.

Felicitación

Os deseo a muchos que comáis y bebáis lo justo hasta sentiros saciados.
A algunos que vuelvan a plantearse o se reafirmen en sus creencias, según sus instintos.
Y a uno, que la paz de espíritu termine de asentarse para siempre en su vida.
Pero a todos, que seáis capaces de analizar lo que habéis hecho, dicho o pensado este año, y dilucidar si os ha conducido a una mayor comprensión de vosotros mismos y, por ende, de todo lo maravilloso que os rodea.

martes, 22 de diciembre de 2009

Mein Gott

Ah, mein Gott, kommen Sie en mi auxilio.
Las zorras me han condenado por robar gallinas.
Los osos por dormir demasiado a pierna suelta.
Los ciervos porque llevo mis cuernos con orgullo.
Los tigres porque me agazapo en la espesura al acecho de mi presa.
Las cebras por no acabar de ser ni del todo claro ni del todo oscuro.
Los perros por ladrar todas las noches sin mesura.
Los caimanes por arrastrarme y no sentir vergüenza.
Los buitres por alimentarme de la podredumbre.

Ah, mein Gott, kommen Sie en mi auxilio.
Los gallos me han condenado por despertarles de madrugada.
Los gatos por ronronear al primer gesto de cariño.
Los halcones por no dar oportunidades a las palomas.
Las ratas por roer en lugar de masticar.
Los leopardos por ir vestido de macarra.
Las abejas por pasar mi vida entera de flor en flor.
Los conejos por tener un tic nervioso en la nariz.
Y los monos, los monos me han condenado porque en mi jaula pierdo el tiempo con ridículas monerías como esta.

Ah, mein Gott, kommen Sie hier, y que te den por culo un rato a ti que yo necesito descansar.

Versus

Desde que andábamos en dodotis y, probablemente, a cuatro patas -algunos afortunados a cinco-, hay una constante en las relaciones humanas que no ha dejado de crecer: El enfrentamiento.


El hijo se enfrenta al padre porque no le otorga la posibilidad de ser él mismo, y el padre se enfrenta al hijo porque quiere llevarlo por lo que él considera el buen camino y el jodío no se deja. El marido se enfrenta a la mujer porque se está poniendo un poco gordita y ya ni se le nota si lleva o no un tanga, y la mujer se enfrenta al marido porque últimamente casi ni se le empina y lleva ya el dedo tan gastado que ya le duele. El jefe se enfrenta al empleado porque es un vago de mierda que no da palo al agua y encima pretende cobrar, y el empleado se enfrenta al jefe porque con la miseria que le paga no tiene ni para los ganchitos de la cena de Nochebuena. El rico se enfrenta al pobre porque su visión le resulta molesta para su estabilidad espiritual, y el pobre se enfrenta al rico porque no le acaban de agradar los señores que le recuerdan el hambre que pasa cada día. El mediocre se enfrenta al mediocre, porque no puede quedarse sin dilucidar quién tiene la mediocridad más grande. El hermano se enfrenta al hermano porque el otro se ha llevado el retrato del bisabuelo militar de cuyo nombre ni se acuerda. La beata se enfrenta a la puta porque se siente frustrada al pensar que otras disfrutan con “eso”, y la puta se enfrenta a la beata porque el vicioso de su marido no se empeñaría en darle por culo si esta lo tuviese más contento. El puritano se enfrenta al sinvergüenza porque no se siente seguro con gente como esa pululando por ahí, y el sinvergüenza se enfrenta al puritano porque el día en que gane las elecciones lo va a llevar más tieso que un palo. El no fumador se enfrenta al fumador porque piensa que tanta gente fumando en Leningrado le van a provocar un cáncer en Tentegorra, y el fumador se enfrenta al no fumador porque le trae sin cuidado si se le desploman los pulmones y sólo quiere que le dejen fumar en paz. El tonto contra el necio. El listo contra el sabio. Caín versus Abel. Ganó Caín. Desde entonces le tenemos envidia y decimos que es el malo, mientras el maricón de Abel se contonea en los altares.

Y si a pesar de los ancestrales enfrentamientos, sabios mecanismos para la mejora de la especie, para la pervivencia del más fuerte, hemos sido capaces de retroceder incontables eones en el proceso evolutivo, ¿qué pasará cuando nos demos cuenta de que, en el fondo, siempre hemos estado enfrentándonos a nosotros mismos?.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Familias "Barbacoa"

Conocí hace tiempo a una familia feliz. Una familia perfecta. Una familia de armonía irreprochable. Una familia ejemplo y estímulo para tantas y tantas familias que no saben más que pensar y calentarse la cabeza inútilmente con silogismos trasnochados, que no tuve más remedio que agachar la mia con humildad y aprender de ellos y sus universalmente bendecidas actitudes. Reproduzco a continuación, a modo de paradigma, uno de los monólogos habidos en el tiempo en que bebí de la sabiduría incuestionable de esa familia. No recuerdo si fue él o fue ella. Da lo mismo, no vamos a entrar en temas sexuales ahora. Lo que importa es que me causó una profunda conmoción.

"Hoy hace 15 días que hicimos la última barbacoa. Yo creo que ya va siendo hora, ¿no?... Venga, llama a los amigos que mañana por la noche montamos la velada intelectual. Vamos a ver a quien le toca. En la última ya hablamos de Paulita, que es muy zorrona ella porque para estar tan bien de tipo la guarra tiene que ser muy puta a la fuerza, si no, no se entiende. Pero me da que lo de Paulita ya está muy gastao, que ya le sacamos hasta los higadillos en la barbacoa pasada, no se... ¿y qué tal lo de Pablito, que su mujer lo ha dejao porque se comía las lentejas con tenedor?... Es que hay que ser cerdo, oye, que comerse unas lentejas con tenedor pringa lo que no está escrito. Y para más inri, el tio decía que le gustaban así desde que era niño... ¿pero cómo coño le van a gustar con tenedor?... Para mi que está loco. Yo acudía a un siquiatra y le explicaba el caso. Vamos, que cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta. Lo de Pablito puede estar bien, puede dar mucho de si. Yo sacaría ese tema. Nos vamos a poner las botas.

Bueno, los niños, por supuesto, a las nueve y media en la cama que si no mañana no hay quien los levante. Y que no se nos vayan a pasar con las chuletas que luego pasa lo que pasa, que Nurita se nos está excediendo un poquito de peso, ¿no crees?... Y luego no pilla a un tío como dios manda ni yendo al súper en tanga... Ya, bueno, que si, que todavía tiene nueve años, de acuerdo, pero en algún momento hay que empezar, que luego estas cosas forman bola y no hay quien las pare, y si quiere ser una mujer de provecho con un arquitecto como mínimo tiene que empezar ya... Por cierto, ¿le has dicho a Nurita que no vaya diciendo esas cosas tan feas de la mamá de Maribel?... Yo que tú hablaba muy seriamente con ella, que eso de largar por largar está muy mal, y encima la mamá de Maribel se nos puede mosquear y ya sabes que su marido es abogado. Tú se lo dices, y si no se entera, pues dos ostias y ya verás como lo comprende.

A propósito de abogados, ¿no te parece que el sillón de orejas con vibromasaje, sauna y consolador incorporados quedaría muchísimo mejor a este otro lado? Dejaría más espacio en el salón y podríamos colocar la alfombra que nos trajimos del viaje a Turquía. Eso sí, le ponemos un cartel para que no la pisen, que bien cara nos la cobraron, y sólo falta ya que nos vengan los impresentables esos de los Pérez Pi, que no diferencian una de Turquía con las de la tienda de los chinos, y nos la dejen hecha unos zorros. El cartelito bien a la vista, que se enteren, que para eso va uno/a a Turquía y se lo curra.

Y ya puestos en eso de currar, hoy hago yo la cena, que llevo pensando dos semanas y se me ha ocurrido una idea fantástica, y no como a otros, que se pasan la vida dale que te pego a eso de pensar y no sacan nada en claro, normal, se lian con unos rollos metafísicos que alucinas y así terminan ellos, perdidos, natural. Mira, se me ha pasado por esta cabeza que dios me ha dao que si a las patatas les echamos por encima una pizca de pimentón picante van a quedar para chuparse los dedos, en sentido figurado, claro, que aquí tenemos servilletas y no como los marranos esos que se nos colaron la otra vez, que parecía que era la primera vez en su vida que veían una. Yo, desde luego, no los vuelvo a invitar. Y es que encima vaya una conversación insulsa que tenían... no sabían hablar ni de la televisión. Como si no supiesen qué es eso. Y fíjate que nosotros, como personas educadas que somos, se lo poníamos fácil. Es que les decías el título de una serie televisiva de forzoso conocimiento dada su penetración en todos los sectores de la buena sociedad, y ni que les dijésemos que en Marte había vida. [[Cielo santo, esto de la penetración me recuerda que he quedado con mi rollito mañana... no se si me dará tiempo para echar el polvete y volver pronto a casa a preparar la barbacoa]].

En fin, cariño, que avises a nuestros más selectos amigos, o sea, a todos, porque si no son selectos está claro que no son amigos nuestros, qué duda cabe... y que se reserven que tenemos barbacoa."

Sólo me resta agradecer a una gran amiga el retrato que, magistralmente, y en sólo cuatro palabras, me hizo de estas maravillosas familias barbacoa que yo he tenido que describir en un interminable monólogo. Del cual, dicho sea sin tratar de exculparme, ni he metido ni he cortado. Era así.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Sensación

En su afán por defender la ley, jueces, abogados, fiscales y demás parafernalia del sistema judicial son los primeros en olvidar la justicia.

Sensación

Todo el que no es capaz de pensar condena, sistemáticamente, a todo el que sí lo es.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Los cuatro de nuevo

A quien me lea, esta noche cierre su puerta a cal y canto. A quien me escuche, esta noche acuéstese temprano y no saque la cabeza del embozo de su sábana. No trate de hacerse el héroe. Es inútil. Porque esta noche cabalgan de nuevo. Ellos. Sí. Ni más ni menos. No podían ser otros... ¡Los cuatro!... ¡Los cuatro jinetes del Apocalipsis!.
Hoy, a estas horas de la madrugada, puedo dar gracias a mis ángeles custodios -mis hijos, ¿quiénes si no iban a ser?-. Pues he sobrevivido. Algo malparado, pero vivo al fin. Hoy, a estas horas de la madrugada, puedo sentirme las piernas. Puedo levantarme de la lona y seguir peleando contra Apollo Creed (si, si... el de Rocky) con el aliento de mi entrenador en la nuca. Pocos, pueden decir lo mismo. Estoy convencido después de enfrentarme a los cuatro juntos, cara a cara.
Han pasado por el rellano de mi puerta. No creo que vuelva a crecer, entre las losas de mi rellano, la fresca yerba.
Al frente llegaba el más terrible. La Necedad. Rostro congestionado y mirada justiciera. Las manos engarfiadas. La sangre no se veía, pero se adivinaba. El terror le allanaba el camino. Todo ser vivo huía ante su incontenible avance. Menos mal que en el rellano de mi entrada no vive nadie y, por tanto, nadie tuvo que huir, pues en caso contrario habría sufrido una desbandada en toda regla frente a mi puerta. No fue el caso, pero ello no resta mérito al miedo que inspiraba su paso.
Le flanqueaba por su derecha la Ignorancia. Otro que tal baila. Nadie se vaya a pensar que porque la Necedad sea el más terrible de todos la Ignorancia no tiene su intríngulis, que sí que lo tiene. La Ignorancia escondía su rostro bajo un velo de niebla ocultadora de expresión facial, pero su maleficio se extendía por medio de un sonsonete que repetía constantemente y que llenaba de dudas y deseos incontenibles de suicidio las mentes de todo aquel que lo escuchaba. No soy capaz de repetir las estrofas, pero sonaban a algo así como "eso es mentira", "eso no es verdad", "eso no es cierto"... repetidos una y otra vez hasta una saciedad enloquecedora. Ponedle además música de Isabel Pantoja y os haréis una lejana idea del daño cerebral que podía llegar a provocar.
Por su izquierda (la izquierda de la Necedad, claro) se acercaba la Estupidez. A esta no la había visto nunca, y no estaba preparado para sus depredadores ataques repentinos. "Eres un mal padre" decía de repente... y rápidamente se daba media vuelta para dejarte con la cara de idiota y la boca medio abierta, sin llegar a articular palabra alguna capaz de defender lo contrario. Era temible a su manera, más de lo que yo hubiera supuesto.
Y, por fin, en retaguardia, por si alguna lucidez trataba de penetrar aquella cuádruple cerrazón, por si un dardo de inteligencia intentase abrirse paso entre el fuego devastador que todo lo devoraba, el cinturón de castidad de los cuatro implacables jinetes, la Intolerancia. Rostro de virtud mancillada, mirada de virgen forzada por las bárbaras hordas, pasos de novicia poco acostumbrada a abrirse de piernas... por cierto, me pregunto si el andar mucho con los muslos rozándose continuamente no provocará escoceduras crónicas... no sé, es una curiosidad que tengo...
En fin, puedo jurar y juro que pasé miedo. Luché denodadamente y, a pesar de ello, a puntito estuvieron de derribarme. Fue justo en el instante en que me hallaba expirando el último aliento que me quedaba, en ese desesperado momento en que casi lo das todo por perdido, cuando se me ocurrió cerrarles la puerta. Y desaparecieron.
Ahora temo por su próxima victima. Porque, además de su connatural crueldad, para su próximo ataque cuentan con la frustración de sentir que se les ha escapado el primer chuletón de la barbacoa de esta noche.
No olvidéis echar el cerrojo. Buenos sueños.

Sensación

El tabaco, el alcohol y los porritos son los mejores medicamentos que ha parido la humanidad para la salud mental del hombre. Lo de las mujeres ya es otro cantar. Hay que tomarlas con receta médica. Algunas pueden sentar bien, pero la mayoría producen nefastos efectos secundarios después de la primera semana de tratamiento.

domingo, 13 de diciembre de 2009

La última patata

-Te digo que te lo comas todo.
-Pero, mamá, si es que no puedo más...
-Pues haces "un poder", ostias,... pero ¿es que nadie te ha dicho que tirar esa comida es peor que un pecado?... ¿Tú sabes la de negritos que se mueren de hambre en África?...
-Mamá, y si me lo como todo... ¿los negritos dejarán de morirse de hambre?
-No seas descarado, niño.
-No, mamá, no quiero ser descarado... es que si ellos dejan de pasar hambre yo te juro que me lo como todo.
-Pues no lo sé, mira por donde, pero seguramente si, y te lo vas a comer todo como que me llamo Laquemandaquí.
-Mamá, te digo que no puedo.
-Mira que te estás ganando dos ostias...
-Mami, que te juro que no puedo...
-Dos ostias y encima te lo comes... habrase visto niñato insolente de mierda,... a tu padre tenías que salir... Cuando tu madre te dice una cosa, tu a callar y a obedecer, y si no, dos ostias, que te las estás jugando...
-Si yo me lo quiero comer, mamá, que te lo juro, pero es que no puedo...
-No puedes una leche... tú lo que quieres es darme la cena...
-¿Qué cena?... Si tú no cenas, mamá...
-A callar y a comer.
-Pero mamá... si tú no cenas... ¿no se morirán muchos más negritos de África?
-Pues no, porque lo que hago yo es dieta, que es otra cosa... Tú esto no lo entiendes, así que a comer como está mandao...
-Mamá, por favor...
-He dicho que tragues. O te lo comes tú o te lo meto yo a la fuerza. A mi se me obedece o se me obedece.
-Vale, mamá, me lo voy a comer...
El hijo, como un buen hijo, traga, engulle, devora, ingiere... suda, entorna los ojos, vislumbra las puertas del infierno... todo con tal de obedecer y de evitar que mueran más negritos de África.
-Así me gusta. Si me hubieses hecho caso a la primera te habrías evitado todo este mal rato y habrías podido ver un poquito la tele. Y a mi me habrías evitado este enorme disgusto, mal hijo, que eres un mal hijo. Ahora te tienes que ir a la cama de cabeza.
Si, mamá.
El niño se acuesta. Le duele el vientre. Pasa las de Caín, pero todo lo da por bueno si ello significa salvar vidas. No duerme. No consigue dormir durante toda la noche. Sólo de madrugada alcanza a caer en una extraña somnolencia, tras interminables horas de dolores, picores, ronchas que adivina en su piel pero que no se atreve a tocar...
Mamá -piensa- me lo he comido todo. He sido bueno. No te he hecho sufrir. No te he dado la cena. Y he salvado a muchos negritos, ¿verdad?... los he salvado.
La madrugada trae la muerte. Brutal indigestión que no ha sido tratada. Reacción alérgica a un exceso de hidratos que el cuerpo del niño no tolera. Ataque cerebral premeditado. Remordimientos inducidos. El niño es incapaz de soportarlo todo a la vez. El niño muere. La palma. Se marcha al otro barrio. Se queda como un pajarito. Pero se va tranquilo pensando en todo el bien que ha hecho a la humanidad con la última de las patatas cocidas.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Mi otro hijo también dice...

...amar es la mayor locura, a menos que se ame con locura.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Sensación 2

Merecería la pena desangrar toda mi vida con tal de alcanzar a rozar las comisuras del entendimiento.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mentiras

Me dijeron que los reyes eran los padres. Me mintieron
Me dijeron que la felicidad consistía en conformarse con lo que se tiene. Me mintieron.
Me dijeron que la "m" con la "a" se decía "ma". Me mintieron.
Me dijeron que mis padres buscaban siempre lo mejor para mi. Me mintieron.
Me dijeron que si estudiaba sería alguien en la vida. Me mintieron.
Me dijeron que si era bueno iría al cielo, y si era malo, al infierno. Me mintieron.
Me dijeron que tenía que votar porque era un deber ciudadano. Me mintieron.
Me dijeron que el trabajo era la libertad. Me mintieron.
Me dijeron que valía más una gota de sangre que una arroba de amistad. Me mintieron.
Me dijeron que los amigos son aquellos que nunca te traicionan. Me mintieron.
Me dijeron que enamorarme era lo más bonito que me podía pasar. Me mintieron.
Me dijeron que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Me mintieron.
Me dijeron que mi vida no era mía, sino de un ente llamado dios. Me mintieron.
Me dijeron que quien bien te quiere te hará llorar. Me mintieron.
Me dijeron que detrás de la tormenta viene la calma. Me mintieron.
Me dijeron que la vida siempre te pone en tu lugar. Me mintieron.
Me dijeron que debía confiar en la justicia. Me mintieron.
Me dijeron que uno más uno son dos. Me mintieron. Me mintieron a conciencia. Yo se que las probabilidades de que uno más uno sean dos son insignificantes, mínimas, despreciables, prescindibles... Yo se que uno más uno siempre son tres. Y me llevo uno por delante. Yo se que nadie tiene por qué hacerme llorar si me quiere. Que la vida te pone donde le da la gana, hagas lo que hagas. Que la justicia es de todo menos justicia. Que los amigos te traicionan aunque tú no te enteres, porque hasta tú mismo te traicionas a veces. Que mis padres buscaban cualquier cosa, vaya usted a saber qué, menos mi bien. Que la "m" con la "a" no se pronuncia, de hecho nunca se ha pronunciado con respecto a nada. Que el trabajo es la esclavitud. Yo se que cualquier cosa que me crea es mentira.
Menos un buen polvo. Esa es la única verdad.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Sensación 1

El ser humano sería mucho más feliz si no existiera.

No comment

Esta mañana he visto la cara de satisfacción de una maestra porque, a partir de ahora, es una "autoridad". He visto su expresión de confianza sobrenatural porque ya no se le puede pegar impunemente, no se le puede agredir, no se le puede insultar. Ahora el asunto no es considerado como una nimiedad más, carente de la suficiente entidad como para merecer una atenta consideración. Ahora es intocable. Ahora, si te acercas a ella con la mirada obtusa acabas, con toda seguridad, en la cárcel. Francamente, me gustaría mirarme al espejo y ver en mi esa misma tranquilidad, esa misma sensación de protección, sencillamente porque soy persona.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Viviendo en dilemas

El dilema es un proceso inherente a la libertad. Hay quienes no ven dilemas en su vida, quienes tienen muy claro el camino a seguir. Esas personas han renunciado a pensar. Como aquellas que saben perfectamente dónde está el bien -llamémosle así para entendernos-. Estas últimas todavía se alimentan del pan mohoso que les metieron en la mochila al principio del camino. El dilema es el motor del aprendizaje. El libro que debiéramos leer todos los días. El dios al que tendríamos que rendir pleitesía.

Gracias al dilema aprendemos y avanzamos, ya sea hacia un lado o hacia el otro, o tal vez hacia delante o hacia atrás. Realmente no importa hacia donde... lo que importa es el propio movimiento. La inmovilidad, la perfección, la ausencia de dudas son características exclusivas de muerte cerebral. El ser que se mantiene vivo cae y se levanta, se levanta y cae, aprende y desaprende... el ser que vive no existe.

El dilema está a nuestro lado en cada momento. Ofreciéndonos alternativas. Poniendo a nuestra disposición multitud de vidas distintas. Esta riqueza es irrenunciable. Básicamente porque la riqueza del ser humano no es de uso exclusivo. No es personal e intransferible como el "carné". Existe la opción de escoger a través del pensamiento o de dejar que sea el sentimiento el que decida. Pero no obviar la elección. Aunque la elección consista en renunciar a escoger, permitiendo que sea tu propio fluir quien te lleve.

Nos alimentamos de dilemas, y si no vemos los dilemas de nuestra vida pasamos hambre. Un hambre que va llevando tu espíritu a una anemia irreversible. Pero nada se pierde. El que pasa hambre aprenderá un día a alimentarse. Y renacerá. Y verá  y comerá de los dilemas.

Mi vida es un perpetuo dilema. Y me encanta. Quiero seguir disfrutando de mis conflictos espirituales. Quiero seguir decidiendo en cada momento lo que es admirable y lo que sólo es aceptable. Eso es lo que me hace vivir. Y en estas Navidades, os deseo a todos el mejor de los dilemas.

Por cierto, ahora se me presenta otra duda. ¿Lo publico?

viernes, 4 de diciembre de 2009

Mi hijo ha dicho...

...no decir nada es hablar de lo que no se puede pensar.

jueves, 3 de diciembre de 2009

El tirador

Acabo de perder el tirador de una de las cremalleras de mi mochila. Acabo de darme cuenta y me he detenido un momento. He mirado hacia atrás y lo he buscado. Siempre he buscado las cosas que se me han ido perdiendo. Una mala costumbre. Nunca se encuentra la misma que se ha perdido y uno termina cogiéndole cariño a la suya y no a otra parecida.
He buscado. Siento decir que parte de mi vida la he dedicado a buscar lo que se había quedado a mis espaldas. He sentido la frustración de no encontrarlo. Y mira que he apartado hojas muertas, he desviado de su camino a gusanitos que se arrastraban pacíficamente, he levantado piedras que me han hecho sangrar con sus aristas... y no lo he hallado.
¡Qué pena! pensaba yo, sentía yo, sufría yo... y he regresado al camino. Lo retomé cabizbajo, apesadumbrado, recordando lo que dejaba atrás, el tirador de la cremallera de mi mochila. Ahora no se si lo quería o no, pero me he dado cuenta de que, al caminar, mi mochila pesa menos.